“Rechazar aquellas direcciones de los movimientos sociales que en efecto son instrumento del gobierno y del corporativismo estatal, independiente del origen y pasado de lucha, aunque se digan de izquierda y exploten una pasado de tradición de lucha.
Esto es clave asumirlo hoy cuando la traición al movimiento la ejercen la socialdemocracia, el revisionismo y los diferentes oportunismos que controlan las principales organizaciones de las masas”.