Diciembre 20  al 26. Isla de San Andrés de y Providencia. Un poco de recreación,  historia y reflexión. Diferendo limítrofe  entre Colombia y Nicaragua. Elementos aportados por nuestro compañero integrante del MCP Efrain Viveros Filigrana.

un reconocimiento especial a las reivindicaciones del pueblo raizal sanandresano por su larga lucha por la libertad y porque repudiamos  todos los sufrimientos impuestos por los imperialistas, por el dogal yanqui aplicado por la oligarquía colombiana, así como antes lo hizo el dogal de los imperialistas ingleses y la corona española

Creemos que con sobradas razones este será un tema destacado e importante en la campaña política-electoral que inicia en Colombia ahora en 2013 para la elección de Presidente y Congreso a primeros del 2014, por tanto nos obliga a fijar una posición con la mayor agilidad para a la mayor brevedad contribuir a convocar a una sola respuesta popular, desde los espacios de unidad de la corriente que lucha por el poder y por el cambio de las actuales estructuras en lo social y económico; por la liberación nacional y social.

 

Todos nos preguntamos por qué Colombia tiene soberanía sobre un archipiélago que está a tantos kilómetros de distancia de la Costa Caribe, de Urabá, Cartagena o Barranquilla (pero tan cerca de Panamá). Por qué ocurre eso si Colombia no tiene antecedentes de país con aventuras al estilo de los conquistadores que acompañaron a Cristóbal Colón, cómo se da la magia de la soberanía si tampoco nos encontramos con que ese archipiélago formado por San Andrés, Providencia y Santa Catalina se hubiere subastado en algún momento de su existencia, de qué manera ocurrió esa pertenencia territorial si Colombia tampoco adelantó en el pasado alegatos tan absurdos cómo los de gobiernos de Estados Unidos que alegaron la soberanía sobre los cayos Roncador, Quitasueño y Serrana (al norte de San Andrés).

Hoy en medio de una población altamente densificada con cerca de 90 mil personas, sólo el 25 por ciento corresponde a los raizales, que viven en precarias condiciones.

1.	Es una realidad que ante el reciente fallo de la Corte Internacional de Justicia (19 de noviembre de 2012) sobre el tema limítrofe entre Colombia y Nicaragua, surgido porque hay un territorio  que se dice bajo la soberanía de Colombia desde hace siglos pero está frente a las costas nicaragüenses, a tan solo 90 millas (1 milla náutica equivale a 1.862 Km), mientras lo separan 310 millas náuticas de Cartagena que es el punto más próximo del territorio continental colombiano, se llama Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, o San Andrés IslasEs una realidad que ante el reciente fallo de la Corte Internacional de Justicia (19 de noviembre de 2012) sobre el tema limítrofe entre Colombia y Nicaragua, surgido porque hay un territorio que se dice bajo la soberanía de Colombia desde hace siglos pero está frente a las costas nicaragüenses, a tan solo 90 millas (1 milla náutica equivale a 1.862 Km), mientras lo separan 310 millas náuticas de Cartagena que es el punto más próximo del territorio continental colombiano, se llama Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, o San Andrés Islas2.	Por las implicaciones geopolíticas, económicas, políticas y militares de la decisión, este es un asunto de política internacional de incumbencia de todos los partidos y organizaciones políticas y sociales de órbita obrera, popular, progresista, democrática, de izquierda y revolucionaria del mundo; pero en especial de los ubicados en América Latina y el Caribe, de  los que luchamos y nos esforzamos por la construcción de un Frente Popular Antifascista y Antiimperialista con la mira puesta en golpear ante todo al imperialismo yanqui.

La salida al conflicto Colombia -Nicaragua..en nuestra consideración, es que mientras no llegue a nuestra América y el Caribe el triunfo popular, el poder popular y el socialismo, estos conflictos proliferarán y nosotros –la corriente progresista, democrática, de izquierda y revolucionaria— abogaremos porque se resuelvan de manera pacífica, partiendo de la soberanía y la voluntad del pueblo expresadas de manera clara, para lo cual no limitamos la mirada a lo que diga el gobierno de turno en uno u otro país limítrofe.  También lucharemos para impedir todo tipo de manipulación imperialista u oligárquica en el desarrollo y preparación de estas consultas, denunciándolas y buscando la forma de derrotarlas o sin dudar en  boicotearlas pues ellas, en efecto, son un peligro real para la democracia pero no pueden argumentarse esos peligros para negar el derecho de los pueblos a ser consultados sobre su suerte. No propiciaremos ni apoyaremos enfrentamientos armados, ni de otro tipo, entre nuestros pueblos. La participación popular, como ejercicio de la soberanía, se debe dar mediante mecanismos de consulta directa, que en el caso del Archipiélago de San Andrés, como primer paso, exige consultar la opinión del pueblo raizal, previa difusión amplia y detallada de las distintas opciones a despejar, sin hacer del fallo de la CIJ ni del Tratado Esguerra-Bárcenas los puntos de partida.  Esos tratados no pueden ser la única referencia, se debe partir de la historia de las comunidades directamente interesadas, tanto en Colombia como en Nicaragua, se debe considerar y asumir como importantes los criterios de la Convención del Mar que resultaría útil para definir las reglas de la utilización de los espacios comunes o vecinos en las tierras costeras y sus límites con proyectos económicos cuya sostenibilidad respete a los pueblos vinculados a ese territorio y preserve el medio ambiente para beneficio de ellos y toda la humanidad.  Todo esto incluye un derecho inalienable que repudia la burguesía, los falsos demócratas y nacionalistas sin norte: el derecho de los pueblos y las naciones –movilizadas y organizadas— a apartarse, renegociar o desconocer los acuerdos, tratados o pactos políticos, militares o económicos –de uno u otro gobierno— con terceros Estados o empresas multinacionales.  Por supuesto, hoy deben aprovecharse las ventajas que en esta dirección de fortalecer el ejercicio de la soberanía popular y nacional puedan ofrecer nuevos agrupamientos entre Estados de nuestra región como son: Unasur, Celac y Alba.

La salida al conflicto Colombia -Nicaragua..en nuestra consideración, es que mientras no llegue a nuestra América y el Caribe el triunfo popular, el poder popular y el socialismo, estos conflictos proliferarán y nosotros –la corriente progresista, democrática, de izquierda y revolucionaria— abogaremos porque se resuelvan de manera pacífica, partiendo de la soberanía y la voluntad del pueblo expresadas de manera clara, para lo cual no limitamos la mirada a lo que diga el gobierno de turno en uno u otro país limítrofe.
También lucharemos para impedir todo tipo de manipulación imperialista u oligárquica en el desarrollo y preparación de estas consultas, denunciándolas y buscando la forma de derrotarlas o sin dudar en boicotearlas pues ellas, en efecto, son un peligro real para la democracia pero no pueden argumentarse esos peligros para negar el derecho de los pueblos a ser consultados sobre su suerte.
No propiciaremos ni apoyaremos enfrentamientos armados, ni de otro tipo, entre nuestros pueblos.
La participación popular, como ejercicio de la soberanía, se debe dar mediante mecanismos de consulta directa, que en el caso del Archipiélago de San Andrés, como primer paso, exige consultar la opinión del pueblo raizal, previa difusión amplia y detallada de las distintas opciones a despejar, sin hacer del fallo de la CIJ ni del Tratado Esguerra-Bárcenas los puntos de partida.
Esos tratados no pueden ser la única referencia, se debe partir de la historia de las comunidades directamente interesadas, tanto en Colombia como en Nicaragua, se debe considerar y asumir como importantes los criterios de la Convención del Mar que resultaría útil para definir las reglas de la utilización de los espacios comunes o vecinos en las tierras costeras y sus límites con proyectos económicos cuya sostenibilidad respete a los pueblos vinculados a ese territorio y preserve el medio ambiente para beneficio de ellos y toda la humanidad.
Todo esto incluye un derecho inalienable que repudia la burguesía, los falsos demócratas y nacionalistas sin norte: el derecho de los pueblos y las naciones –movilizadas y organizadas— a apartarse, renegociar o desconocer los acuerdos, tratados o pactos políticos, militares o económicos –de uno u otro gobierno— con terceros Estados o empresas multinacionales.
Por supuesto, hoy deben aprovecharse las ventajas que en esta dirección de fortalecer el ejercicio de la soberanía popular y nacional puedan ofrecer nuevos agrupamientos entre Estados de nuestra región como son: Unasur, Celac y Alba.

 

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